Abraza el miedo

Cuando uno esconde sus miedos cree esconderse de los demás y, realmente, de quien se esconde es de sí mismo.

¿Tienes miedo? Reconócelo.
¿Sientes miedo? Llóralo.
¿Te enmudece el miedo? Libéralo en tu boca.
¿Te enloquece el miedo? Suelta el hilo de los pensamientos, para que vuele libre de vuelta el ave de la cordura.
¿Te encoje el miedo? Abrázate a ti mismo, como se abraza el feto en el vientre de la Madre.
¿Te paraliza el miedo? Bien, eso está bien, porque no es un retroceso, es tan solo la pausa que asegura el próximo paso firme que darás.
En el juego de la dualidad, reconocer que «tengo miedo» es recordar que «Yo Soy la luz».
Ana Belén Ludeña