Los niños necesitan que les digan que No, tanto como necesitan tropezarse.
Cuando me tropiezo conozco el suelo de cerca, experimento el dolor y también aprendo lo valioso de volver a levantarme.
Cuando a un niño se le dice que NO (no siempre claro) está obligado a encontrarse cara a cara con la frustración, y la frustración es parte de la vida, mientras más tarde lo aprendo más sufrimiento me
aguarda.
Si te cuesta poner límites a tu hijo/a, si piensas que cediendo a sus caprichos su amor va a ser más incondicional, te equivocas. La mejor receta para crear un pequeño tirano es ceder a todos sus caprichos. La mejor receta para crear un ser humano sumiso e inseguro es cuadricular su vida con reglas.
La sensibilidad parental es un danza que permite poner reglas pero también ser flexible, y así como uno puede mejorar su danza, uno puede mejorar su sincronía con los hijos.
Psicología infantil