El cuerpo habla, escúchale.

La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma”. Bach.

El resfrío «chorrea» cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta «tapona» cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
Las alergias aparecen cuando el sentido de perfeccionismo es intolerante.
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube cuando el miedo aprisiona
Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Los dolores hablan en el cuerpo.

Muchas dolencias o malestares físicos, son un estado de auto-culpa que generamos, por el hecho de no haber podido resolver una determinada situación. Es decir, el “no perdón” es un estado de auto-juzgamiento, que desencadena enfermedades.

La salud, como la “no salud”, son el reflejo de tus creencias. Cada «defunción» que tu cuerpo experimenta sólo puede comenzar a sanar, cuando empiezas a sanar tu relación esencial interior.

Párate y obsérvate: Relájate y conecta contigo:

¿Qué está pasando en mi interior en este momento?

¿Qué emociones estoy sintiendo en este momento?

Practica la auto-observación, es decir, conviértete en un auténtico testigo sin análisis, ni juicios. Sólo focalizado en tus sensaciones internas. Pon atención sobre las energías que cada emoción produce en tu cuerpo y en tu interior.
Luego respira lento y profundo. Siente tu respiración. Apreciarás tu conexión contigo mismo, y encontrarás, con seguridad, soluciones a tus circunstancias cotidianas.