Hay varios niveles de consciencia, y corresponden con ciertas emociones, ciertos filtros de percepción, y además, ciertos niveles de energía. Cada nivel encima de otro soluciona el límite del anterior y propone otro reto de crecimiento. Cuanto más bajo el nivel de consciencia, menos energía, más pensamientos negativos y más emociones negativas. Además, cuanto más bajo, las experiencias que vivimos y la realidad que experimentamos es más destructiva, más negativa. Hay más enfermedad, más carencias. Hawkins destaca una y otra vez, que ningún nivel es “mejor” que otro. Todos son una forma que puede tomar la consciencia, todos simplemente son. Tal como funciona la mente, siempre crea dualismos entre “bueno” y “malo”, y en cada nivel más alto identificamos un dualismo como ilusión y nos encontramos con otro. Por ejemplo, en el nivel de miedo, temamos que algo pueda pasarnos, puede ser una enfermedad. Y lo bueno es, visto en el nivel de miedo no ser víctima de la circunstancia que nos pueda traer una enfermedad. Entonces el dualismo es entre lo que temamos versus lo que no temamos. En el nivel superior, deseo, ya no nos preocupamos tanto por lo que pueda pasar a nosotros, ni por asegurarnos que no pase, sino ponemos nuestros esfuerzo para conseguir lo que deseamos, salud. Entonces el dualismo está en lo que deseamos versus lo que no deseamos.
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Qué bueno es este hombre, ya fallecido por cierto. Ha sido uno de mis recientes descubrimientos gracias a Linda Mira Arnau. Y este párrafo es de uno de sus libros, fantástico.