Pensamiento positivo

Las personas con una actitud positiva ven los problemas como una fuente de trascendencia. Antes de dejarse afectar por ellos, se preparan como todo un campeón olímpico para afrontarlos, y dejar un récord optimista. Su conciencia en automático es la probabilidad de éxito esperado, lo cual no niega la posibilidad de no lograr lo deseado.

Sólo que actúan como el antídoto para conseguir “un imposible”; y cuando las cosas no salen como se esperaban, se levantan a evaluar lo que se puede aprender de esa experiencia.
No se detienen a ver sus limitaciones, sino que se concentran en lo que sí pueden hacer.
El pensamiento positivo actúa como una especie de válvula, la cual controla el tipo de decisión que constantemente estamos tomando en la vida. Veamos un ejemplo.
Un joven discípulo le dice a su sabio maestro: “Oye, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…
 ¡Espera, espera! lo interrumpe el filósofo. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
Las tres rejas?, comenta el joven discípulo.
¡Sí!, ¡Sí!… La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? ¡No! La verdad, lo oí comentar a unos vecinos.
 Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿Es bueno para alguien? ¡No, en realidad no! Al contrario… ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad.
 ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? A decir verdad, no. Entonces, dijo el maestro sonriendo, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.
Nuestros pensamientos gobiernan nuestras acciones. Eso es un hecho, y es mejor que lo crea. Ahora estamos donde estamos y somos lo que somos por los pensamientos que dominaron nuestras mentes.
El verdadero reto es pensar bien en un mundo donde abunda lo negativo. El pensamiento negativo produce un grave detrimento en la vida de cada uno de nosotros. Miremos algunos:
El pensamiento negativo pone nubarrones en los tiempos en que debemos tomar decisiones importantes. Nos pone tensos en vez de relajarnos. Distrae al cerebro, no nos deja pensar con claridad y afecta hasta la memoria.
El pensamiento negativo saca todo fuera de proporción. Algunas personas tratan el problema de un techo con goteras como si fuera un huracán.
 Encuentran problemas en cada solución. La Ley de Murphy dice: “Nada es tan fácil como parece, todo lleva más tiempo de lo que usted espera; si algo puede salir mal, saldrá, y en el peor momento posible”. La ley de Maxwell dice: “Nada es tan difícil como parece; todo es más gratificante de lo que esperas; si algo puede salir bien, saldrá, y en el mejor momento posible”.
Nosotros escogemos.
El pensamiento negativo nos impide disfrutar de la vida. Una persona negativa no espera nada de una bandeja de plata sino que se manche. Si tiene un vecino negativo, pídale prestada una taza de azúcar.
El nunca espera que se la devuelvan. A veces nos cuesta aceptar las circunstancias, y eso nos amarra.
El pensamiento negativo impide a los demás dar una respuesta positiva. Este es probablemente el peligro más grande de una vida negativa. Tiende a controlar a quienes usted ama y en quienes influye más. Aun la respuesta a una pregunta depende en mucho de cómo usted la haga. Como los vendedores de experiencia lo saben, las preguntas hechas de una manera positiva o negativa, casi siempre provocan una respuesta de acuerdo.
Un estudiante de Psicología entró en el ejército decidido a probar esta teoría. Le asignaron entregar albaricoques al final de la línea de comida.
 “No quieres albaricoques, verdad”, preguntó a los primeros hombres; el noventa por ciento dijo “No”.
Entonces probó el método positivo: “¿Quiere algunos albaricoques, verdad?”. Casi la mitad respondió: “Este… sí… tomaré unos cuantos”.
 Luego probó un tercer método basado en la técnica fundamental de “O,O”. “¿Un plato de albaricoques, o dos?”, preguntó. Y pese a que la mayoría de los soldados no les gustaban los albaricoques del ejército, el cuarenta por ciento tomó dos platos y el cincuenta por ciento tomó uno.