ABUNDANCIA Y ACEPTACIÓN

 Hay dos filosofías acerca de la vida y la realidad espiritual que parecen completamente contradictorias. Una dice que la persona espiritual y emocionalmente madura tiene que aprender a aceptar las dificultades de la vida.

Para vérselas con la vida las personas tienen que aceptar lo que no pueden cambiar inmediatamente, lo que está más allá de su esfera de influencia directa. Dice que la falta de aceptación engendra falta de armonía, ansiedad y tensión, aumenta las dificultades y destruye la paz interior. La habilidad para aceptar lo inevitable tal como la muerte u otros actos del destino es un indicador de madurez y denota una personalidad bien formada.
 La otra filosofía dice que no es necesario aceptar nada negativo, que toda dificultad, aun la muerte, es innecesaria. Dice que no hay otro destino que el que los seres humanos moldean para sí mismos, y que ellos, toda vez que lo decidan, pueden moldear un nuevo destino en el que ya no sufran. Postula que el verdadero despertar espiritual está marcado por la realización de que no es necesario aceptar el sufrimiento, que el universo está abierto, que una abundancia inmensa está disponible para todos los seres humanos aquí y ahora mismo. 
Éstas son contradicciones aparentes. No ver la ausencia de contradicción en estos dos enfoques habrá de llevar a la confusión en tu mente, te des cuenta o no de ello. Sin duda has encontrado ambos enfoques en todas las grandes enseñanzas espirituales.
Ahora, ¿por qué esos dos enfoques no son mutuamente excluyentes? ¿Dónde está el denominador común que los unifica? La clave es el elemento del miedo. Si quieres felicidad porque tienes miedo de la infelicidad, la felicidad permanece como algo inalcanzable. Si quieres felicidad por sí misma, y no porque temes su ausencia, nada bloqueará que la logres. Y ésta es una diferencia enorme. En tanto tengas miedo, a veces será inevitable que experimentes lo que temes para que pierdas el miedo. Si puedes despojarte del miedo, dándote cuenta de la verdad de que no hay razón para temer, entonces no es necesario que lo experimentes. Pero a menudo eres incapaz de esta percepción interior, entonces debes familiarizarte con las circunstancias temidas hasta que éstas pierdan su aspecto amenazador. 
En tanto quieras lo positivo principalmente porque temes lo negativo, tu miedo levantará una barricada en el camino hacia lo positivo. El planeta Tierra, esta esfera de conciencia, se caracteriza por el deseo de lo positivo, no por sí mismo sino por el miedo a su opuesto negativo. 


Examinemos algunos de los deseos fundamentales de la mayoría de los seres humanos. 

-Empezaremos con la gran dualidad de vida y muerte como dos facetas del mismo proceso*. Hay que aprender la habilidad de morir, mediante la aceptación, y mediante esa aceptación aprenderás que no hay nada que temer, de hecho, que no hay muerte. La persona que tiene miedo de la vida, habrá de tener miedo de la muerte, y viceversa. 

Es imposible amar verdaderamente la vida en tanto uno tema la muerte. Esto se puede corroborar constantemente al observar las reacciones humanas. Cuanto más vive una persona con entusiasmo y alegría, menos miedo tiene de la muerte. Cuanto más rehuye la gente con miedo de la muerte, más se aferra a la vida, no porque disfrute la vida o porque esté relacionada dinámicamente con ella, sino para evitar la muerte. Las personas así realmente no viven en absoluto. El miedo a la muerte y a morir le impide a uno vivir, y sólo viviendo profundamente puede aprender que la vida es un proceso único y sin fin, y que morir es una ilusión temporal. Si uno se aferra a la vida a causa del miedo a la muerte, la vida no será significativa, ni tampoco podrá ser placentera. No es necesario decir que, como siempre, es una cuestión de medida. Dado que casi nadie está completamente libre del miedo a la muerte. Pero algunos están relativamente libres de este miedo y, por lo tanto, viven vidas significativas y placenteras. 
Dado que para el alma promedio es casi imposible darse cuenta que no hay que temer a la muerte, tiene que pasar por ciclos y ciclos de encarnación, uno tras otro, aprendiendo a morir, hasta que morir ya no sea una experiencia atemorizante. Cuando se supera el miedo a morir, la vida eterna es posible; hay que pasar por el morir en tanto se tenga miedo de ello. 

-Otro gran deseo del ser humano es el deseo de tener el control. En consecuencia, la persona teme estar fuera de control. Las enseñanzas espirituales, al mismo tiempo que postulan que la muerte es innecesaria, también declaran que el individuo verdaderamente evolucionado es amo del universo, y solo él controla el destino.

El alma humana se esfuerza por alcanzar esta meta. Pero en tanto haya miedo a perder el control, el individuo debe aprender la habilidad de renunciar a él y de ajustarse con flexibilidad. Se debe aprender el delicado equilibrio entre manejar el barco propio a través del río de la vida y la habilidad para soltar. Cuanto más miedo tiene uno de soltar, mayor es el desequilibrio de los movimientos del alma, y en consecuencia, mayor es la pérdida del control final sobre el destino. El control total que uno trata de arrebatar es un pseudo control que meramente aumenta la tensión y la ansiedad. Impide la paz y la confianza en el ser y en el proceso de la vida. El único modo en que la confianza puede crecer es confiándose uno mismo a lo que parece ser lo “desconocido”, dejando de sostenerse tensamente. Un soltar así con el tiempo da por resultado un completo dominio, sin miedo a perderlo, ya que la persona sabe entonces que no hay nada que temer.
Los seres humanos todavía no son capaces de tener un control inmediato sobre el ser y sobre la vida. Todavía tienen que aceptar temporalmente ciertas limitaciones que hay dentro del ser que crean un destino indeseable. Negar estas limitaciones mediante la pura voluntad externa que viene del miedo, habrá de empeorar la situación. La aceptación de las limitaciones temporales propias, y en consecuencia de los resultados, no significa resignación a la tragedia y el sufrimiento. Significa meramente pasar por una fase de menos expansión, comodidad y dicha, aceptando la responsabilidad por este estado y, de este modo, superando el terror a él. Tal actitud abrirá más la puerta.
Dado que el ser humano, en su estado evolutivo más alto, está en control de su destino, la habilidad para entregarse con confianza a las fuerzas más grandes debe estar presente, al menos potencialmente, en todo individuo. De hecho, sólo haciendo esto puede una persona volverse una con estas fuerzas. Cuando uno se rehúsa a abandonar el control es por miedo y desconfianza. En consecuencia se bloquea lo más benigno, aquello que es poder, liberación y dicha.
-Otra meta humana fundamental es el placer supremo. Todos estos aspectos la vida eterna, el control sobre el destino propio, el placer supremo son metas espirituales instintivas, profundamente innatas. La psiquis sabe instintivamente que son tanto su destino como su origen y por lo tanto, se esfuerza por recuperarlas.
Si deseas placer porque tienes miedo del dolor o de la ausencia de placer, la puerta del placer permanece cerrada. Una vez que hayas aprendido que la ausencia de placer no es un abismo de oscuridad del cual hay que rehuir, el miedo ya no te impedirá la plenitud.
Todos los aspectos del vivir siguen este principio. Si deseas salud a partir de tu miedo a la enfermedad, impides la salud. Si tienes miedo del proceso de envejecer, impides la juventud eterna. Si tienes miedo de la pobreza, impides la abundancia. Si tienes miedo de la soledad, impides la compañía real. Si tienes miedo de la compañía, impides la autonomía. Y así sigue y sigue.

El gran enemigo es el miedo, y el mejor modo de enfrentar y conquistar a este enemigo es, en primer lugar, constatarlo, admitirlo y expresarlo. Este abordaje disminuirá el miedo en una medida considerable y abrirá el camino para medidas adicionales para expulsarlo. Por supuesto que el deseo de hacerlo, como siempre, debe ser expresado claramente en el pensamiento y las intenciones. Sin embargo, si luchas contra el miedo por miedo al miedo, esto será difícil. Por lo tanto, admitirlo con calma y aceptarlo momentáneamente harán más para eliminarlo que lo que haría pelear contra él. 

Hace mucho tiempo dijimos que los tres obstáculos principales que hay en el alma humana son el orgullo, el voluntarismo y el miedo. Cuanto más unificada está el alma, más puede llegar al punto básico de unificación al encontrarse con las divisiones interiores. Lo mismo se aplica a esta tríada. El orgullo y el voluntarismo se superan fácilmente cuando ya no hay más miedo. Si no tienes miedo de que tu dignidad sea dañada, no habrá necesidad del orgullo falso. Y si no tienes miedo de ser controlado por factores que están más allá de tu influencia, no tendrás necesidad de obstinarte en tu propia voluntad.
El miedo es la gran puerta cerrada que te impide entrar, aquí y ahora mismo, en todo lo que está disponible inmediatamente en el momento en que el miedo es sacado de raíz de tu corazón y tu alma. Y sólo de esto se trata nuestro camino aquí: el descubrimiento de que el miedo es innecesario.
Cuando oyes la admonición de que es necesario aprender aceptación, siempre lo interpretas como teniendo que aceptar un destino último de sufrimiento y privación. El consejo de que aprendas a soltar el control, para ti implica que tienes que dejarte caer en un abismo de peligro, dolor y penuria. Por esto el miedo aumenta y lo mismo hacen la tensa renuencia y la testarudez. Rehuyes más rígidamente de tu liberación, tu vida eterna y tu dicha. En verdad, la aceptación debe llevarte a darte cuenta que eres llamado a tener lo que es más deseable. Abandonar el control la pequeña voluntad propia te demostrará finalmente que este paso te libera para ir hacia una nueva libertad, hacia algo positivo y deseable, entonces ya no habrá ninguna necesidad de aferrarse temerosamente.
Cuando el alma es lo suficientemente experimentada y está profundamente impresa con la verdad de que no hay nada que temer, la personalidad humana repentinamente llega a un punto de realización en el que la aceptación ya no es un riesgo, dado que ésta abarca el universo benigno por entero. Entonces ya no es más una cuestión de tener que pasar por el miedo para elevarse por encima de él. Entonces uno está preparado para toda la plenitud, la abundancia, la dicha y el placer supremo en una vida liberada y en la vida eterna, con todos sus aspectos dinámicos y dichosos. Todo lo que el corazón humano desea está disponible inmediatamente cuando uno ha superado el miedo.
 Allí donde exista miedo, producirá las circunstancias que uno teme. Estas circunstancias son, al mismo tiempo, el único modo de convencer al ser de que el miedo es innecesario.
Cuanto más conocido es un suceso, menos se le teme. Aunque existe un círculo vicioso en el cual el miedo entorpece los sentidos, todo círculo vicioso se puede romper. Podrás argumentar que el dolor real puede ser muy temido. Pero pensemos en esto: el dolor es temido excesivamente sólo cuando uno no sabe adónde llevará, cuando uno sospecha que en él hay algo peligroso, tal como una enfermedad seria y finalmente la muerte.
Si sabes que el dolor no amenazará tu seguridad, puedes soportarlo en un estado relajado y de este modo, deja de ser dolor.
Cuando te enfrentas con tus miedos y los reconoces de manera directa, es importante que entiendas y determines específicamente el elemento desconocido acerca de ellos. Entonces tienes una posibilidad de hacer que este elemento sea un poquito menos desconocido. En ciertos casos, su carácter desconocido puede ser eliminado completamente, mientras que en otros podrás aceptar conscientemente el hecho de que algún elemento debe seguir siendo desconocido por el momento y sin embargo, simultáneamente, podrás aceptar el miedo.
Allí donde hay incertidumbre acerca de lo que el futuro traerá, hay miedo. Nada que uno conozca verdaderamente, aun las mayores dificultades, es realmente temido. Para hacer conocido lo desconocido, a menudo hay que entrar en lo desconocido que uno teme tal como la experiencia de morir. Pero esto no debe interpretarse de ninguna manera como que significa que uno debería estar buscando experiencias negativas y dolorosas.
Cuando abras toda tu psiquis a la experiencia positiva, sin un rastro de miedo a lo negativo, entonces lo desconocido habrá de volverse más y más conocido; la vida se volverá más y más plena en todos los niveles.
De acuerdo con sus creencias, las personas serán atraídas a esferas de materia más física o sea, más densa o de vibraciones más finas. Si todo el pensamiento todavía está ajustado a un plano muy superficial y materialista, la materia que la entidad produce para el vehículo de su espíritu vibrará de manera acorde. Cuanto más densa sea la materia, mayor será la ignorancia, el error, las concepciones erróneas, los prejuicios, la limitación y la oscuridad en consecuencia, mayor será el sufrimiento.
Cuando los humanos se den cuenta de que su ser real no está sólo en el cuerpo, sus percepciones se ampliarán y la materia de toda la sustancia de su alma se volverá mucho más fina y más sensible a la verdad. El resultado será un mayor sentido de realidad.
Es extremadamente importante para todos ustedes que trabajan en este camino encontrar dónde tienen miedo de lo negativo, y por lo tanto tratan de arrebatar la alternativa positiva. Cuando encuentres las áreas de miedo y veas cómo quieres lo positivo por motivaciones negativas, serás capaz de aceptar la rica abundancia de la vida con la cabeza en alto, como una persona libre. Es este movimiento del alma el que marca toda la diferencia.
No pases por alto tampoco que la presencia de un miedo a lo negativo no necesariamente anula el deseo sano de lo positivo por sí mismo. Es absolutamente posible de hecho, es frecuente que un deseo sano exista simultáneamente con la motivación distorsionada.
Una vez que identifiques con precisión el miedo podrás tratarlo directamente en tus meditaciones. Esto causará una gran diferencia en tu camino. Puede ser una solución para muchos problemas que hasta ahora han permanecido tercamente cerrados. Darte cuenta meramente de que: “No puedo salir y ser libre porque quiero libertad, no por sí misma, sino porque temo estar prisionero”, será un gran paso hacia la liberación. Si te das cuenta que no puedes ser libre porque temes la falta de libertad, al darte cuenta de esto, una libertad mayor será tuya. Esto podrá sonar complicado y bastante paradójico, pero si piensas en ello profundamente, entenderás lo verdadero que es. 
Eva Pierrakos
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