Amor de pareja

 La pareja es el aliento de Dios.
Entre iguales el intercambio debe ser equilibrado.
Para que funcione una pareja hay que abandonar pretensiones infantiles, volverse maduro. Lo difícil de una pareja son las grandes emociones que pertenecen a los niños que fuimos y somos, encontramos en nuestras relaciones niños que esperan del otro algo como si fueran la madre o el padre, y esto es difícil. Una pareja es un encuentro entre adultos y es el pasaporte a través del cual nos despedimos en cierta manera de la infancia y para que sea fácil hay que ponerse en paz con los padres, tomarles e integrar lo anterior.
Cuando dos personas se encuentran en el amor se encuentran con toda su familia, con sus ancestros y toda la humanidad.
Al ser la pareja un vínculo tan profundo se actualizan en ella los anhelos y los temores más infantiles. Por esto, en la pareja, se pueden vivir los más intensos tormentos emocionales, las más grandes desdichas y turbulencias, como también el mayor de los éxtasis y las dulzuras junto con la pasión, la amistad y el acompañamiento.
En ocasiones, con suerte, a través de la pareja logramos compensar o reparar algo de lo que nos pasó con nuestros primeros vínculos pero sólo cuando se trata de un poquito. Cuando es mucho lo que quedó pendiente resulta demasiado esperarlo de nuestra pareja, porque a pesar del amor, no puede darlo, principalmente porque no corresponde
Esperar que la pareja solucione tus temas pendientes es pedirle demasiado. Haz las paces con el niño que fuiste. No esperes de la pareja que te solucione los temas pendientes. Las situaciones inconclusas que uno tiene sólo las puede arreglar uno mismo. El intentar que otro se haga cargo de ellas nos convierte en desvalidos y una carga para los demás, ya que el otro no puede resolverlas.
Hay que olvidar la idea que la pareja esta pensada para que seamos felices, la pareja no esta pensada para esto, esta pensada para ser acompañados y sobre todo para que la vida prospere. La pareja da pertenencia, da la vivencia de la sexualidad y la prosperidad de la vida, da acompañamiento y crecimiento y para algunos este conjunto de cosas es vivido como un sabor que se parece mucho a la alegría y a la felicidad, y es entonces una gran bendición.
Tenemos la idea que las parejas tienen que servir a las pretensiones del yo, al agradecimiento del yo.
Una primera fase de la pareja se llama enamoramiento y enamoramiento significa: “Me mueves mucho pero te veo poco”. Y luego si las personas siguen juntas surge la relación. Y la relación significa “Ahora te veo mejor pero ya no me mueves tanto”. Sin embargo sigo caminando a tu lado. Ahora ya no nos miramos tanto el uno al otro sino que nos preguntamos hacia dónde miramos conjuntamente, entonces una relación puede hacerse fuerte y crecer de esta manera.
Nos olvidamos de actualizarnos, solo vemos las imágenes que nos hicimos el uno del otro nos relacionamos con esas imágenes, no con lo que esta aquí, ahora.
Felicidad y Pareja. ¿Es la pareja un buen lugar para buscar la felicidad? La respuesta es SI y NO al mismo tiempo. SI, porque se sabe que en relación y con vínculos estables, fiables y cariñosos las personas se sienten mejor e incluso viven más. NO, porque el vínculo de pareja obliga a sus miembros a importantes ajustes en su ego personal, en sus lealtades familiares y en sus estilos afectivos.
Gran parte de los problemas en el mundo de la pareja no se deben a la falta de amor si no más bien a las dificultades para gestionarlo y vivirlo de manera que procure bienestar. La buena gestión del amor nos invita a esperar lo que sí podemos esperar y a no esperar lo que está más allá de lo posible. Algunas personas, quizá sin darse cuenta, transfieren a su pareja el deseo de recibir lo que les quedó pendiente en su infancia y el deseo de curar lo que quedó herido cuando eran niños
La pareja no sólo es un camino a través del cual podemos sentir la felicidad, sino que además es seguro que nos confrontaremos con problemas que potencialmente nos conducen al crecimiento. Al encarar las dificultades y los problemas, al asumir los límites de lo posible en nuestra relación, al dejar de pedir peras al olmo, nos desarrollamos y ganamos madurez. Nos volvemos más adultos y reales.
Un proceso de ruptura concluye cuando rencontramos la paz y la alegría y, mirando atrás, logramos apreciar y agradecer lo que vivimos y aprendimos en esa relación y damos, internamente, las gracias a quien fue nuestra pareja por lo que fue posible y lo que nos aportó. En definitiva el gran reto para todos es aprender a amar lo imperfecto de la vida, de nosotros y de los demás, y volvernos compasivos. Cuando esto es posible tomamos nuestros errores al servicio de la vida y de un camino feliz en pareja.
La entrega significa “Estoy aquí contigo y te quiero y me entrego igual, aun sabiendo que mañana no vas a estar»