Cuando empiezas a discernir y reconocer la diferencia entre «estoy bien» y «sucede que tengo un problema de dinero, o estoy triste, o enfermo» entonces tienes el poder de cambiar y reacomodar tus circunstancias. Cuando te identificas y te envuelves en el problema, le das cuerda, te preocupas y le permites correr por dentro de tu cuerpo, tú y el problema están en el mismo espacio incómodo. Nunca puedes resolver el problema si estás en el medio de él. No tienes el poder para adaptar tu circunstancia si estás acelerado, sumido y abrumado por él. Una vez que entiendes que no puedes no estar bien, ya no eres una víctima de la situación. Desde esta nueva percepción conciente, tu problema se vuelve una circunstancia, y ahora tienes el espacio necesario para considerar nuevas soluciones potenciales distintas. Estás bien, Y estás rodeado por un lío. Tú no eres el lío.